El presidente de la Conferencia Episcopal Peruana, monseñor Carlos García Camader, celebró la elección del cardenal Robert Prevost como el nuevo papa León XIV y recordó su trabajo en nuestro país como obispo de Chiclayo.
Monseñor Carlos García Camader, presidente de la Conferencia Episcopal Peruana, hizo hincapié en el trabajo y el cariño que el cardenal Prevost tiene por nuestro país y consideró como una gran alegría para el Perú que haya sido elegido como el sucesor de Francisco.
"Hace unos días sentíamos la partida del papa Francisco y participamos todos, tanto de un acontecimiento como de un testimonio pascual, que era la fiesta de la Pascua a todos los católicos y el mismo papa dando la bendición Urbi et orbi al mundo entero y despidiéndose valientemente y siempre fuerte y firme como recuerda en sus palabras. Como se dice ' murió como vivió', en una actitud de entrega total", refirió García respecto a la partida del papa Francisco.
"Luego, fue un tiempo de reflexión, de oración y de búsqueda de 'ahora quién continuará esta misión'. Y nada menos que, cuando los cardenales se han reunido allá en Roma, han volteado su mirada a quien era hasta ese entonces el prefecto para los obispos. Es decir, el ministro dedicado a ver, a analizar y preparar las carpetas, para ver quienes tienen las condiciones cristianas, las virtudes correctas para que el papa pueda disponer y mandarlo a alguna jurisdicción que así lo requiera", agregó.
"En las visitas pastorales, en los encuentros con los obispos, siempre descubrió en él, un hombre de confianza, para darle esta misión. Y un día lo llama y él con mucho dolor dejando su diócesis de Chiclayo, 40 años ha pasado en el Perú, y qué hermoso que el Perú lo haya tenido tanto, primero como un agustino formador, luego como animador de vocaciones, como profesor del seminario", refirió monseñor García Camader.
Como se sabe, el cardenal Roberto Prevost llegó al Perú en 1985 como misionero agustino y desde entonces se dedicó enteramente a su labor pastoral en nuestro país, principalmente en las ciudades de Chulucanas, Trujillo y Chiclayo, en donde prácticamente pasó toda su vida religiosa hasta que fue llamado por el papa Francisco para trabajar en Roma.